Cuarenta años...el lugar es Miami, Una noche cualquiera María Victoria leo tu carta Y el corazón se inunda de memorias.
Cierro los ojos...no, no es un sueño, Oigo las voces...siento las risas... Hay un coro de estrellas en el cielo Y retorno a la niñez en la cálida brisa.
Qué lindo es recordar...vivir de nuevo, Cuarenta años pasan tal vez en un suspiro Y sin embargo, quién no ha llorado? Quién no ha reído?
Tiempo pasado, tiempos aquellos... Tiempos de libros, de amores y de ensueños, Y hoy nos hemos tomado de la mano Y asomado al balcón de los recuerdos.
Días ya idos...noches de anhelos, Cuando la vida era dulce como un cielo Y la inocencia no era un concepto efímero Y despertábamos al amor y a los misterios.
Aquellas épocas sin preocupaciones, En las que el mundo era un barco de ilusiones Sin otra carga que la fantasía Y el rasgar de guitarras y canciones.
Tiempos sin celulares ni más tecnologías Entonces la amistad era sencilla y pura Y un beso, un simple beso Rayaba en la locura...
Cuando el tormento apenas consistía En las lecciones de filosofía Y el único tatuaje conocido Era el nombre de Dios en nuestras vidas. Días felices que la vida puso a prueba Nuestro futuro una pizarra grande y nueva Con pocos trazos Para llenarla con muchas experiencias.
Y un día partimos... Con la maleta cargada de ilusiones, Para probar con los fracasos y los triunfos La fortaleza inquebrantable del espíritu. Hoy hemos vuelto...quizás más sabias, Acudido al llamado del amor, Y entre lágrimas y risas demostrado Que jamás olvidamos la lección: Que el mundo es ancho, pero Dios es Uno, Y palpitamos con un solo corazón.